SILENCIOS
ESTEREOFÓNICOS
Félix Morriña/ Fotos: Marco Di Ortiz
“Soy
un poeta de ningún lugar”,
buscando
“Un
poco de música en tu corazón…”
Debo confesar que no he terminado de leer a conciencia el libro Arturo Meza.
El último unicornio del psicoanalista, filósofo, docente,
incansable melómano, escritor, amigo y camarada Mario Alquicira (México
DF, hoy CDMX, 1977), sencillamente porque es un trabajo de investigación tan
riguroso que ya hubiera querido escribir yo, el cual te lleva por rincones
insospechados de la vida y obra de un ente que sorprende cada día y en cada
momento, realizado con el academicismo propio de un trabajo que trasciende y
deja huella.
Es un tabique de exquisitas 450 páginas de valiosa información
sobre uno de los mejores artistas que haya dado México al mundo en el reciente medio
siglo. Para muchos que crecimos en algún momento de nuestras vidas escuchando
la propuesta sociopolítica, económica y cultural de Arturo Meza desde la música, nos
sorprende en El último unicornio,
su trabajo creativo en otras disciplinas y áreas sociales, prácticamente
desconocidas por la mayoría: la pintura, la narrativa, la poesía, la práctica
de la medicina tradicional mexicana, así como su espiritualidad.
Da mucho gusto y placer apreciar este tipo de trabajos
editoriales que marcan un antes y después en el debido registro de materiales
biográficos de artistas condenados a ser olvidados en un país como el nuestro,
por frágil memoria histórica. La simple existencia de este primer volumen,
porque el autor, Mario
Alquicira, lo ha dicho, quedaron materiales para integrarlos en
un segundo ejemplar, nos permite revalorar el trabajo de investigación de
biografías musicales de artistas mexicanos, para dar paso a la promoción de
artistas propositivos que trascienden al gusto de las masas, y apuestan mucho
más, por la creación de una conciencia social e individual que unifique a cada
vez más sectores de la sociedad.
Nunca
hay prisa por terminar de leer Arturo Meza. El último unicornio,
porque cada vez podrás detenerte en alguna de las cinco partes de las que está
compuesto el libro, más el epílogo y apéndice fotográfico. Seguro el fiel
seguidor de la vasta obra de Arturo Meza podrá
detenerse en las crónicas de periodistas que registraron a cabalidad los largos
conciertos de casi cuatro horas que el maestro oficia cada vez menos, porque
está alejado y cansado de los reflectores. El lector puede volver a vivir
aquellos conciertos emblemáticos al leer cómo fue elaborado tal o cual disco;
cómo fue la presentación de tal o cual hostia plateada en vivo y en qué lugar;
qué dijo Arturo Meza sobre
el escenario que haya marcado a su fiel escucha, entre otros pasajes de vital
importancia.
Seguro para el seguidor a ultranza de Arturo Meza, este libro es parte de su
acervo personal o debería serlo. El costo del libro, 750 pesos, resulta
agresivo al principio para cualquier bolsillo del mexicano promedio, pero
resulta accesible, si valoras el contenido de tan importante investigación, que
ya quisieran otros artistas mexicanos les hicieran. Resulta plausible, por otro
lado, que Ala Ediciones se haya aventurado a editar, publicar y distribuir este
material, que hoy, jueves 9 de marzo de 2023, llega a la Librería del
Fondo de Cultura Económica (FCE) Isidro Fabela Alfaro, ubicada
en el segundo piso del Teatro
Quimera de Metepec.
Conozco
a Arturo Meza desde
aquel lejano año de 1987, en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH),
plantel Azcapotzalco, de la Máxima Casa de Estudios del país. Aquellos intensos
conciertos, junto con los discos Suite Koradí
(1987), Sin título (1987), Ayunando entre las ruinas (1988), 70 centavos
(1989), En el monte
de los equinoccios (1990), Crónica
sonora (1990) y Para un compa (1991), entre otros de
vital importancia, marcaron a mi generación, sin duda.
Por salud mental, ya no suelo clavarme hasta el fondo con cada
artista a estudiar, prefiero irme sorprendiendo con los años como en este caso,
pero, sobre todo, evitar a toda costa ser protagonista de esas historias. Siempre
se aprende de Arturo Meza y siempre me será grato que me sorprenda. Hemos
vivido varias historias a lo largo de tres décadas de estar en el ámbito
cultural. Lo he visto tocar en el Festival Internacional Cervantino (FIC),
en foros culturales universitarios públicos y privados; lo he entrevistado
varias veces por horas para el extinto periódico El Nacional y Milenio
Diario, así como en otros espacios periodísticos locales.
Pero la traumática anécdota vivida con Arturo Meza, más
importante para este #ServibaryAmigo #DandyperoPunk #ElCinicoMayor Félix Morriña, ha
sido el último concierto que viviera Cutberto
Romero Lechuga, mejor conocido por la comunidad roquera
metepequense como “El Pambazo”, en Santa Ana Tlapaltitlán, durante el Grito de
Independencia de septiembre del 2009. Mi entonces singular roquero querido
amigo vecino, con quien solía escuchar por días discos completos, se puso la
noche más dipsómana que le haya visto. Le regaló a Arturo Meza, en pleno concierto, su playera
de Pink Floyd, adquirida
durante un concierto internacional, quedándose al desnudo dormido en un charco
de agua en las inmediaciones del predio donde se llevó a cabo el largo recital.
La tormenta y el gélido clima del altiplano mexiquense, hizo
mella en la salud de “El Pambazo”, acabando con su vida, llevándose en su
sistema auditivo y psicoemocional la música de Arturo Meza. Lo último que escuchó en vivo
y en directo Cutberto
Romero Lechuga fue el triste lamento por el dolor humano
que cantara “El último unicornio”. Para “El Pambazo”,
como para todos los que ya no están aquí y deberían, dedico estas líneas.
Agradezco de manera muy especial a Mario Alquicira y a mi compadre Raúl Rock, a los presentes, como a los músicos que se dieron cita para la presentación del libro, que se hayan dado tiempo para festejar, para celebrar la vida con la obra de uno de los artistas más importantes que haya dado México a la humanidad.
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