Primera biblioteca pública rockera en México
Federico Arana,
Alejandro González Castillo, Mario Domínguez Alquicira, Federico Rubli, Rodrigo
Farías, José Hernández Riwes Cruz, Rafael “Sr”. González, Tere Estrada, Hugo
Serna, Fausto Arrellín, Merced Belén, Humberto Manduley.
Probablemente
ustedes, como yo, los conocen; también espero que los hayan leído.
Hoy, los que
entramos a esta biblioteca en forma de libros a formar parte del Fondo Documental
que acertadamente lleva por nombre el de José Agustín, tenemos algo en común.
Más de una cosa
diría yo.
Además de que
nos gusta y nos apasiona el rock, nos parece importante conservar un poco de la
memoria acerca del mismo, no importa si es anglosajón o local. Lo importante es
plasmar el sentimiento, el amor, la admiración que esta música despertó en
nosotros y que en un momento determinado de nuestras vidas nos llevó a tomar la
pluma primero, ahora la computadora. para escribirla.
No creo que
ninguno de los aquí reunidos en persona o libro, haya crecido en la
adolescencia con la idea de convertirse en escritor. Fue el tiempo, la magia de
la música, el hechizo de la misma el que nos llevó a la mayoría a los brazos de
Euterpe y luego a coincidir en el Chopo, sitio fundamental para el crecimiento
de la cultura rockera de este país.
Y no deja de ser
significativo que la biblioteca que hoy alberga el Fondo Documental José
Agustín, esté a un lado del Tianguis Cultural del Chopo, hoy declarado
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México. Parafraseando a Augusto
Monterroso podríamos afirmar: “Cuando la Biblioteca Vasconcelos se construyó,
el Chopo ya estaba allí”.
Roberto Vázquez
“Mamys”, Arturo Olvera, Raúl de la Rosa, Vicente Terán, Juan Jiménez, Jorge
Velasco, Javier Hernández Chelico, Liliana García, Jaime Flores, Rafael Acosta,
Jorge Cervera, Luis Kelly, David Moreno, Tere Chacon, Arturo Espinoza, Marco
Antonio Brito. Ellos también son escritores y tampoco pensaban que algún día entrarían
a formar parte de un Fondo Documental en una Biblioteca que, por otra parte, a
partir de este momento se convierte en la única en contar con algo así.
Claro, en un
país en donde la cultura es considerada esencial, cada una de las bibliotecas
ha de comprar por lo menos un volumen. Desafortunadamente eso no pasa, lo cual
viene a mostrarnos otra liga existente con el Tianguis del Chopo. La mayoría de
estos libros han sido resultado de procesos autogestivos, sus autores han
conseguido fondos o echado mano de su propio patrimonio para llevar a cabo esta
empresa porque, con algunas honrosas excepciones, ninguna editorial ha dado
adelanto a alguno de nosotros para escribir.
Tampoco importa;
en realidad, como dicen los españoles, no la sudan.
Otra cosa que
nos une a los aquí presentes y también me enorgullece y estoy seguro de que
también les enorgullece a ellos, es que no hemos esperado que venga alguien a
decirnos qué hacer. En el mejor espíritu del Do it yourself, lo hemos
hecho porque sabemos de la necesidad por documentar uno de los acontecimientos
más importantes de la historia de la cultura mundial, porque el rock, aunque
siempre se le está matando, es una fuerza imparable y hoy, me parece, a pesar
de que no sólo se le está matando, sino que no forma parte de los intereses de
la industria musical, se convierte nuevamente en un arma importante de la
resistencia.
El capitalismo
no se ha vuelto más agresivo y voraz que en épocas anteriores, sólo es más
cínico, por tanto, este proceso de resistencia se hace más imperativo en la
actualidad.
Escribir no es un
acto egoísta ni fútil como muchos lo creen. Escribir es una forma de compartir vivencias,
conocimientos, experiencias; pero escribir acerca del rock en México es imperativo;
porque necesitamos documentar lo que está pasando en este país, no sólo como un
acto de resistencia, sino como una manifestación artística, como la expresión
cultural de una parte del pueblo que se ha gestado aquí desde 1956 cuando llegó
como rock and roll a nuestro territorio.
Hay mucho
trabajo por hacer, pero hoy estamos de plácemes porque sabemos que este trabajo
estará aquí, esperando a esas mentes curiosas y deseosas por saber y conocer
acerca de nuestro pasado para construir un mejor futuro… Lo deseamos todos.
Un
agradecimiento profundo a Toño Pantoja que, nuevamente, hace una de las suyas.
También, por
supuesto, a José Mariano Leyva, director de la Biblioteca Vasconcelos por
acoger la idea y destinar un espacio para el Fondo Documental. No podemos pasar
por alto la labor de Francisco Salvador Nava, subdirector de Servicios
Bibliotecarios y a todo su equipo en general.
Para concluir, quiero hacerlo con una cita de Claudio Magris, escritor triestino que algo sabía de la batalla por la memoria, quien escribe en uno de sus hermosos ensayos: “Acaso una de las tareas que nos ha sido encomendada para realizar en la Tierra, sea la de luchar contra el olvido… La memoria no es nostalgia sentimental del pasado, sino un intento por salvar de la muerte al individuo, su valor y su significado”.
David Cortés